Con un registro cercano al diario íntimo, Molano Vargas no se reduce a eso sino que crea unos maravillosos diálogos, llenos de humor espontáneo, ternura y giros idiomáticos típicos de la Bogotá de los '80. Ahí podemos ver a los amores y los miedos en el estado más puro: el de la temprana adolescencia. También las primeras exploraciones sexuales desde una perspectiva no estereotipada, propia de los chicos, pero no exenta de tensiones que van llevando a los personajes a autoconocerse.
La escuela, los profesores aburridos y los amados, la música en la casa de los amigos, las fiestas que terminan bien, y las que no tanto, todo eso forma parte de la historia de Fernando y Leonardo.